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viernes, 13 de julio de 2012

LA CHINITA TIENE FE


Por: Carlos Augusto Jiménez Delgado



Una sonrisa, una muestra de afecto y de cariño en medio de un panorama poco alentador, fue la cara que mostró Anna, una señora que a pesar de vivir rodeada de refugios hechos con  pedazos de madera, de niños que juegan todo el día sin haber probado bocado, aun guarda la esperanza de encontrar un futuro alentador. El barrio la chinita, fue el destino donde nos adentramos, pero la tarea no fue nada fácil, pues una de las tantas raíces que tiene la pobreza, es la violencia, producto en muchas ocasiones del desespero por no encontrar salidas, las ganas de obtener dinero rápido y fácil, así sea encontrando la muerte en el intento. Esta razón nos hizo acudir a una persona que viviera en el barrio y fuese conocido y poder llegar donde Anna, para que ella mostrara su realidad, la que vive a diario.


El popular barrió la Chinita, es sinónimo de violencia, el solo escuchar su nombre para algunos, significa enfrentarse a un atraco seguro, e incluso cosas mucho peores, pero la verdad es que las historias que se tejen ahí, no solo tienen que ver con violencia. Al entrar al barrio, es como si el tiempo se hubiese detenido, y solo avanzara en la parte norte de la ciudad, ver cómo crecen los edificios y palmeras al estilo Miami beach, es algo que choca con la realidad de la chinita. Perros escarbando en una basura que no contiene rastros de comida, niños con platos en las manos, yendo donde el más afortunado del barrio a ver si consiguen algo de alimento con que saciar su hambre. El llegar donde la señora Anna fue realmente una lección de vida, pues su vivienda desprovista de lo necesario para vivir cómodamente, ella lo considera lujos, pues con comer a diario, y con que sus hijos puedan asistir al colegio alimentados, podría vivir feliz hasta verlos crecer y ser hombres de bien.

Anna vive en una casa hecha de cemento en una parte, y hecha de tablas en otra, y solo tiene un cuarto en donde duermen ella y sus tres hijos, donde se acuesta haciendo una oración junto con sus hijos por el próximo día que llegará. El día que viene es incierto, pues espera que su hermano, quien es la única fuente de apoyo que tiene, venga con algo de la tienda para sus hijos, y así poder mandarlos a la escuela. Anna es una de las mujeres de la chinita que mejor vive, pues diagonal a su casa, hay un pequeño refugio, de proporciones diminutos, al borde del camino, por donde pasa un arroyo que si bien no es peligroso, alcanza el refugio, y poco a poco va pudriendo las tablas inferiores, donde se pueden ver hongos, y en algunas partes la madera cuarteada.

 Anna nos cuenta que se preocupa por el futuro de sus tres niños, pues ella es consciente que no vive en el mejor barrio, y le preocupa las amistades con las que sus hijos se puedan relacionar mas tarde. Si bien es cierto que los actos delictivos no respetan clase social, hay más posibilidad de ir por el camino delictivo cuando se vive en un panorama como la chinita, donde ha habido ocasiones donde son más de 3 los muertos en menos de una semana, y todo esto acompañado de las pandillas que se han generado, las cuales se han enfrentado en el mismo barrio. Es todo un fenómeno social, pues la única verdad es que la ayuda del gobierno en sectores como la chinita, no la observamos por ningún lado, las mismas casas hechas de cartón, otras de cemento pero en espacios inapropiados, y conexiones de energía que pueden resultar mortales si un niño por su ingenuidad y curiosidad llegara a tocarla.

Como no existe una planeación de casas, es normal encontrar basuras en el camino, y uno de los lugares preferidos para eso, es un poso donde se estanca el agua, algo realmente dañino, pues esto se convierte en el criadero perfecto de mosquitos, bacterias y demás entes dañinos, los cuales atacan a los principales afectados, los niños. Anna cuenta que a causa de esto, varios niños murieron de dengue, producto de los juegos que los niños tenían cerca al pozo, y por ende contraían la enfermedad, a raíz de esto Anna ha encontrado una razón más por la cual no dejar salir a sus hijos, privándolos de su niñez en cierto modo, pero es preferible que jueguen en casa solos, a que encuentren la muerte afuera.

Si bien la chinita es realmente un panorama desalentador, no todo el barrio es igual, hay una zona en la que las casas toman mejor forma, y se ve más civilización, pero si esa zona que esa tan cerca de la pobreza, y se encuentra en el mismo barrio, le da la espalda, que se puede esperar para el resto de la ciudad.

La concentración esta en un sistema de transporte masivo, el cual lleva años de espera, sin beneficiar a nadie, en redoblar la seguridad en los barrios del norte y ver como se desarrollará el próximo carnaval, pero campañas para los barrios más olvidados de Barranquilla, ni se han tocado y ni se han realizado hasta el sol de hoy. El hacer uso de la reflexión ayuda más de lo que muchos creen, con programas de deporte, arte, se puede llegar a los corazones de jóvenes resentidos por no tener las mismas oportunidades que otros, y así estos jóvenes contribuir con su zona, pues se ve mejor un mural con un grafiti creativo, a un mural con un gran manchón de sangre, que muestre la violencia que vive la zona. No se puede pretender que la ayuda será inmediata y efectiva en el primer intento, pero los aportes, de grano en grano, ayudan, y deja ver que se puede lograr un futuro mejor.

La pelea de los tres hijos de Anna, por un caldero el cual tenía solo una capa de arroz, lo que popularmente llamamos cucayo, fue una de las muestras que más nos marco, ver como se peleaban como pequeños animales, pequeñas crías luchando por el alimento, esta situación te dice que el problema nutricional en ese sector es mucho más grave de lo que crees, y que es solo uno de los flagelos a los cuales se enfrentan muchas personas que viven en estas zonas olvidadas, no solo de la chinita, sino de todas las partes del mundo.

El mundo es una oda a la humanidad, a celebrar la vida, de tenderse la manos unos a otros, dejando de lado los prejuicios, y darse la mano unos con otros sin importar su raza, porque no basta con que unos pocos vivan dignamente, basta con que todos puedan sonreír, tener oportunidades, que vivan en un mundo lleno de oportunidades, donde nadie se olvide de nadie. Millones de niños muriéndose de hambre en todo el mundo, viviendo en condiciones deplorables, si bien muchos no tienen las armas para enfrentar el mundo por no haber estudiado, o por pertenecer a etnias que han sido desplazadas por la violencia, y solo tienen sus creencias, hay una forma de ayudar al mundo y los problemas, sin pretender abarcar todo, desde nuestra localidad podemos comenzar a ayudar, y hacer notar el cambio, ser un agente de cambio.

Según los ocho objetivos del desarrollo del milenio, se reduciría la mitad de la pobreza y el hambre, lograríamos la enseñanza primaria a nivel mundial, promover la igualdad entre los sexos, reducir la mortalidad infantil entre otras metas, de las cuales ninguna se ha hecho realidad, todo lo contrario, ha habido más muertes por hambre y desnutrición, las muertes infantiles por diversas causas, y el mundo sigue quieto, de brazos cruzados, prestándole atención a cosas vánales como el circulo de la moda, la semana de la moda en New York, en el caso de Colombia, el reinado Nacional de la belleza, realizado en Cartagena, la Cartagena bonita claro está, porque la Cartagena que nadie quiere ver se oculta tras los hoteles y el glamur de la ciudad amurallada.

Las preocupaciones de Anna son muy distintas a la de muchas personas, pues ella solo quiere arreglar la gotera que tiene encima del colchón donde duermen, terminar el techo para que cuando llueva no sufrir una inundación en su casa, y alguna ayuda para sus hijos, pues muchas de las necesidades, su hermano no puede suplirlas. Anna quiere salir adelante, quiere capacitarse, hacer algún curso provechoso, pero no quiere dejar a sus hijos solos, por temor a que tomen malos caminos, por eso guarda en Dios todas sus fuerzas.

 Realidades como la que se vive en la chinita, también son atribuidas al hecho de que muchos de sus habitantes, nunca han recibido una educación y por ende no pueden surgir y desempeñarse en la sociedad productivamente, en el caso de Anna, solo llego hasta 5 grado de primaria, y de ahí no continuo más, pero ella dice que nunca estar de para terminar algo que ya esta comenzado, pues sus sueño es terminar y aprender algo, para así poder sacar a sus niños adelante. La falta de escuelas, de centros hospitalarios y  demás, es preocupante no solo en la chinita, si no en muchos sectores, que en el mejor de los casos solo cuentan con una sola institución de cada uno de las dos entidades antes mencionadas, las cuales no se encuentran adecuadas para el servicio, pues las instalaciones están en un estado inservible.

Los que tenemos la oportunidad de estudiar y ejercer una profesión, estamos llamado a ser agentes de cambio, no solo exponer nuestras ideas, sino llevarlas a la realidad, médicos, arquitectos, comunicadores, todos pueden brindar un aporte a la sociedad, si esa ayuda la hicieran todos los profesionales del mundo, de seguro que las cosas serian muy diferente, pero el problema principal es que somos indiferentes ante la problemática mundial, si nosotros tenemos para vivir, con eso nos basta, y todo se convierte en una lucha individual, por eso el mundo se deteriora, miles de árboles son talados, etnias sacadas de sus zonas, acabando con fauna, personas desplazadas que terminan en dichos barrios armando un refugio con lo que se puedan encontrar, durmiendo al nivel de los rastreros. En el barrio la Chinita se estima que  hay un  23% de población desplazada, y claro, como si el problema no fuera grande, se le suma el abandono de planeación urbana, la cual brilla por su ausencia.
Como Anna, hay miles de madres que luchan por un futuro mejor, alejadas del camino fácil, que se aferran a Dios sin importar las condiciones precarias por las cuales están atravesando, esperando una luz, un apoyo, pues el mundo mañana puede ser un mundo mejor, o peor, todo depende nosotros.

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